Disciplina


  

A lo largo de nuestro camino de criar a nuestros hijos encontraremos varias teorías, libros, métodos, programas, opiniones, estudios y demás. Muchos defienden el respeto, el cariño, el amor, la libertad, la posibilidad de expresar y otros tantos no. Nosotros mismos incluso podemos inventarnos un método de crianza, no tener nada preestablecido y seguir nuestro instinto y sabiduría interior, o escoger de la gran variedad “que hay en el mercado”. También podemos obrar sin pensar o pensar algo un día y pensar otra cosa otro día, o en otra etapa, e incluso con hijos diferentes, y tener consideraciones cambiantes. Yo siempre he escogido respetar a los hijos como seres humanos que son y criarlos en un ambiente amoroso.


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Agradable sesión de cambio de look

La psicóloga y escritora de libros tan importantes como “Dormir sin lágrimas”, “La crianza feliz” y “Ni rabietas ni conflictos”, Rosa Jové, dice que como padres, en ocasiones propiciamos sin saberlo o sin desearlo ciertas conductas negativas en nuestros hijos y que entre los seres humanos los conflictos son inevitables, especialmente si conviven juntos y que es necesario aprender a gestionarlos. Para hacerlo, los niños tienen determinadas habilidades en las que influyen sus necesidades y sus deseos. El conflicto, según la autora, puede verse como una oportunidad de aprendizaje y una manera de crecer como personas.

Desde pequeños se puede aprender a defender las ideas propias y negociar. Y esto se logra explicándole al niño lo que se espera de él o dándole alternativas de comportamiento. Desde luego teniendo en cuenta las etapas por las cuales atraviesa durante su crecimiento y esperar a que tengan la suficiente comprensión para empezar a explicarle las cosas. Lo que un niño no puede entender ahora, lo comprenderá más tarde, explica Jové. Y siempre estamos a tiempo. Evitar forzarlo y correr ayuda mucho.

Según la psicóloga, puede ser duro ser niño, tanto como puede ser duro ser padre. Ambos pueden tener un mal día, uno en el colegio y el otro en el trabajo, especialmente cuando hoy por hoy algunos niños siempre están ocupados en varias actividades programadas sin momentos de juego y relajación y comprender que ellos también pueden sufrir de estrés, puede minimizar los problemas.

Explica que solemos hablarles a niños desde la lógica, o utilizamos dobles intenciones e incluso la ironía, pero antes de ciertas edades ellos no la pueden entender. Si les permitimos tomar decisiones desde pequeños, probablemente tomen buenas decisiones de grandes. La práctica es útil, así como tener en cuenta sus opiniones. Sostiene que al conocer lo que es normal en la infancia evitamos conflictos, los cambios se presentan en su momento y en la medida justa. Los niños interrumpen, se mueven, prefieren jugar, no tienen noción del tiempo, gritan y alborotan. “El castigo es un fracaso del educador. Si conseguimos educadores más competentes, los castigos disminuirán”.

Pámela Moreno, es una madre colombiana de dos pequeños y educadora de padres certificada por Positive Discipline Association en Disciplina Positiva, un programa diseñado para enseñar a niños y adultos a ser responsables, respetuosas y miembros positivos dentro de su comunidad a través de herramientas que les permitan desarrollar habilidades de vida para desempeñarse en la sociedad. Los métodos del programa se basan en transmitir un mensaje del amor y respeto mutuo, creando sentido de conexión y pertenencia, identificar y responder al mensaje que hay detrás de un comportamiento, aprovechar los errores como oportunidades de aprendizaje, enfocarse en soluciones y no en castigos y enseñarles autodisciplina, autocontrol, autoevaluación, cooperación, comunicación asertiva y empatía hacia los demás.

Pamela dice que cuando nos enfocamos en castigar verbal, física o moralmente a un niño, estamos basándonos en el loco concepto “para que un niño se porte bien, primero se debe sentir mal”. El castigo puede invitar al niño, según su personalidad, a ser sumiso ó a rebelarse, a ser mejor mintiendo ó a sentirse inadecuado, le invita a ver con malos ojos el error cuando realmente todos nos equivocamos. Cuando nos enfocamos en soluciones estamos pensando en el futuro, tomamos la equivocación como herramienta de aprendizaje, otorgamos habilidades e invitamos a nuestros niños a resolver sus problemas con dignidad.

Al hablarse de disciplina positiva, se ve al castigo (mal comportamiento) y al premio (buen comportamiento) como dos caras de la misma moneda. Al premiar estamos dando todo el valor al premio y no al buen comportamiento; es como si le arrebatáramos el mérito, pues el niño lo hace bien con una doble intensión. Al confiar en los niños y en su necesidad social innata de ser útiles y vitales para su familia y su comunidad, no son necesarios los premios. Pamela dice que la alabanza y la premiación enseñan a los niños a depender de ser juzgados por otros en vez de confiar en su sabiduría y evaluación propia.

La educadora de padres resalta la frase “Conexión antes de corrección” y dice que al ponernos en los zapatos de nuestros hijos entendemos cómo y porqué pudo tomar una decisión y así, desde el corazón padres e hijos pueden buscar estrategias para encontrar soluciones. Si nos sacudimos la necesidad de la inmediatez y estamos conectados con su proceso, entendiendo que no es proceso lineal, entonces desde el amor, la confianza y el respeto mutuo, llueven soluciones respetuosas para con los padres y los niños. Pamela dice “Soy aprendiz de maestros y los maestros son mis hijos. Mis hijos me han formado, yo solo me he permitido crecer al conectarme con ellos”.

El pediatra y escritor español Carlos González en su libro “Bésame mucho”, dice que es viable criar a un niño sin el castigo y sin la amenaza del castigo. Señala que los castigos no son necesarios para aprender y el que sabe que ha hecho mal intentará no repetir su conducta sin necesitar ningún castigo. Y si no lo sabe, solo hay que decírselo. Un castigo tampoco hará que cambie su opinión si cree honradamente que ha hecho bien.

Y tú, ¿qué camino has escogido por ahora?



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