Mamás felices y mamás tristes

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¿Qué hace feliz a quien acaba de tener un bebé? Se trata de un tema que varias veces me han propuesto escribir. He recibido sugerencias de títulos que llevan desde las palabras trucos, secretos, instrucciones, hasta decálogos para ser una mamá feliz. Esta vez he escogido el título: “mamás felices y mamás tristes” (lo extiendo también a cualquier cuidador), a lo mejor porque es legítimo rondar por cualquier estado. 

Consejos para mamás felices
Si escribimos en un buscador: “Consejos para mamás felices” en todos los idiomas, hay buen material y hay mucha basura. Encontramos instrucciones sobre cómo comportarnos, el tiempo que debemos darnos para desconectarnos y descansar de la maternidad; la necesidad de dedicarle más tiempo a la pareja (porque no se puede sacrificar la relación por los hijos) o por el contrario, la importancia de otorgar más tiempo a los hijos (porque a lo mejor por estar tan hundidas en nuestras propias rutinas nos olvidamos gravemente de darles atención). Sugerencias como hacer deporte, practicar el baile o el yoga o las salidas a solas, con amigos o sin los hijos, son también algunas de las recomendaciones que circulan. No está demás mencionar las terapias sicológicas o psiquiátricas y las asesorías maternas, coach y similares, que también están a la orden del día. 

Preocupación general
Pareciera que la cuestión felicidad enfocada a la madre fuera de tal responsabilidad y problema de todos, que involucrara temas serios de salud que hasta podrían llegar a ser un punto de interés para políticas de salud pública, al mejor estilo de "la felicidad materna" (buen título a propósito ¿cierto?). Porque es objeto de preocupación todo lo que una mamá triste puede llegar a deprimirse, fatigarse, enfermarse, tener problemas para concentrarse, e incluso lo grave que podría ser que si no tiene la habilidad para manejar su vida, mucho menos tendrá la habilidad para ayudar a otros que dependen de ella. 

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Foto cortesía de Liliana Hernandez 
Es tan evidente la angustia colectiva por la felicidad de las madres (de ahí la expresión “cuando mamá no es feliz, nadie es feliz)”, que no es necesario ni siquiera que alguna sea diagnosticada con una depresión clínica. Simplemente parece que hay que protegerla de la infelicidad. Tal vez para que no sufran los demás, aunque a lo mejor para que no sufra ella, de paso. Como si no se supiera que es legítimo y humano no sentirse bien o pleno todo el tiempo... cuando no es necesario mostrar la cara de torta y hay todo el derecho de mostrar la de drama.

El sostén universal
Lo cierto es que viéndose la figura de la madre como una especie de tronco y de sostén universal; si bien el que esté feliz se ve como un ideal que además contribuye con la felicidad de los demás, lo que más ayuda a que ese supuesto tronco esté contento posiblemente sea que emerjan las propias sensaciones que le permitan fluir de manera armoniosa y placentera en este mundo, como lo merece cualquier persona, sea madre, o no lo sea. 

Así, desde una doble perspectiva, una mamá puede tener momentos de felicidad y buscar estar feliz por sí misma o a lo sumo tener momentos de bienestar y de alegría. Quienes rodean a esa mamá pueden contribuir además con dicho bienestar y hacerla dichosa; pero no porque su propia felicidad dependa de ello, simplemente porque el mundo es mejor cuando estamos todos contentos.

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El peligro de atafagarse
En el camino de estar contentos, las múltiples actividades que conlleva la crianza pueden traerle dicha a una mamá, pero también pueden ser tomadas por ella como una distracción que llene sus vacíos. Y una madre ocupada no necesariamente es una madre contenta cuando ejerce su papel de madre llenando toda la agenda. 

Instrucciones para ser feliz
Más que un paso a paso o instrucciones para ser una madre dichosa, está el buscar en su corazón y descubrir qué la hace feliz mientras vive el continuo desarrollo personal que otorga el pasar por la vida y por el solo hecho de vivirla. Está el simple disfrute de pequeños placeres, gustos o deseos, está el goce de grandes vivencias que influyan en un positivo estado de ánimo. Momentos majestuosos que dan sentido a su vida así sean cotidianos o banales o no tengan la firme y autónoma orientación que una madre tenga de su rol. Eso si, sin invasiones peligrosas.
Puede traer complacencia el estar viviendo la maternidad y tomar decisiones sobre situaciones particulares o generales de la crianza que al final siempre se pueden cambiar, rectificar, corregir o mantener.

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El entorno
Y quienes están a su alrededor, si son de los que están convencidos que si una mamá es feliz los demás son felices, o si simplemente quieren otorgarle momentos placenteros y de alegría a esa mamá, independientemente de que crean que su propio bienestar depende de ello; está en su corazón darle lo mejor de sí, encontrar para ella momentos pequeños y grandes de alegría y buscar la forma de que se prolonguen. Estos momentos se traducen en sonrisas, abrazos y afecto, cuidados, protección, soporte emocional, respeto, atención, aceptación, entendimiento, sin olvidar protegerla de los consejos, críticas y cuestionamientos en su rol de madre (de los cuales ella misma también puede protegerse). 

Ojalá todos podamos tener y brindar muchos momentos de felicidad.

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