POSPARTO O PUERPERIO

Luego de dar a luz, una mujer experimenta una multitud de cambios físicos y emocionales y comienza un proceso de recuperación que dura unas seis semanas. Si te encuentras en esta etapa, vivirás el llamado puerperio, período en el que experimentarás cambios físicos progresivos que te llevarán a como estaba antes del embarazo. 

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Imagen exclusiva, cortesía de portabebés AYU

Involución

Luego del parto, el útero se contrae hasta lograr su tamaño original. Amamantar ayuda a esa involución gradual del útero y durante unos días podrás experimentar pequeñas contracciones o “entuertos” que en ocasiones molestan un poquito sobre todo si has tenido más bebés y especialmente cuando estás amamantando. Al cabo de pocos días ya no los sentirás. 

El sangrado postparto dura unas seis semanas e irá cambiando en cantidad, color y consistencia iniciándose con un color rojo y algunos coágulos tornándose más claro y disminuyendo con el paso de los días. Un sangrado espeso que no para ni disminuye, fiebre, mal olor o coágulos grandes que no cesan, podrían indicar una señal de alarma y es mejor consultar al médico. 

El inicio de la lactancia

Durante la hora siguiente al parto podrás amamantar a tu bebé por primera vez si así lo deseas o las condiciones son pertinentes. En ese momento tu bebé estará activo por un breve tiempo y es ideal para iniciar con éxito la lactancia porque tu cuerpo liberará naturalmente la hormona oxitocina la cual acelera la contracción del útero. No necesitas sentarte, puedes hacerlo acostada envolviendo a tu bebé en la curvatura de tu brazo y rozar su mejilla con tu dedo o con tu pecho para estimular su reflejo de búsqueda. Desliza suavemente el pezón hacia la boca del bebé asegurándote que esté sujetando no solo el pezón sino la areola para que se aferre correctamente. Lo más probable es que comience a succionar. Si diste a luz en una clínica, es probable que las enfermeras te lleven biberones de fórmula que no son necesarios ni prescritos por un médico; puedes rechazarlos y decirles que prefieres la lactancia exclusiva. El calostro es un líquido vital que protege a tu bebé de enfermedades y viene en pequeñas cantidades siendo suficiente para tu bebé si amamantas con frecuencia. 

Congestión mamaria

Entre el tercer y séptimo día después del parto, puedes sentir tus pechos calientes, pesados, llenos y duros. La sangre y linfa que intervienen en la producción de tu leche son abundantes en este período y el calostro dará paso a la leche. Descansar y amamantar a libre demanda contribuye a disminuir los síntomas. Si tus pechos están tan duros que dificultan el agarre de tu bebé, un poco de calor local con paños, masaje y extraerte un poco de leche sirven para ablandarlos. Luego de amamantar, paños fríos u hojas de repollo congeladas en tus pechos ayudan a desinflamar. 

El periné

El periné juega un papel importante en el parto y es posible que durante unos días sientas dolor ya sea por el trabajo de parto, un desgarro o una herida de episiotomía. Lo normal es que poco a poco ceda la molestia pero si sientes mucho dolor o enrojecimiento o hinchazón alrededor de los puntos o tienes fiebre, consulta a tu médico. Es muy importante que la zona esté limpia. Cada vez que vayas al baño cambia la toalla femenina y limpia la zona conforme te lo haya indicado tu médico (agua tibia, de caléndula tomillo o hamamelis, secar al aire, etc.). La higiene debe llevarse a cabo de adelante hacia atrás. 

Goteo de leche y sudoración excesiva

El goteo de leche es normal durante las semanas siguientes al parto cuando el cuerpo está adquiriendo la habilidad de producir leche. El la manera que tiene tu cuerpo de perfeccionar el arte de amamantar hasta que los pechos llegan al punto de sacar leche cuando el bebé está en el pecho y no entre tomas. Cuando pasa esta sensación, muchas madres piensan que ha bajado su producción y empiezan a suplementar con leche de fórmula, sin embargo pueden estar tranquilas ya que el cuerpo ha llegado a establecer correctamente la lactancia. 

Igualmente las nuevas mamas experimentan excesiva sudoración luego de amamantar, especialmente durante la noche. Es normal porque tu cuerpo está trabajando para eliminar el exceso de fluidos acumulados durante el embarazo, además que los ajustes de las hormonas luego del parto juegan un rol importante en ese exceso de sudoración. A medida que los niveles de estrógeno declinen, esta sensación disminuirá. 

Los pijamas especializados para utilizar luego del parto y durante el período de lactancia son muy cómodos y absorbentes.  

Sed

A medida que vas perdiendo líquidos naturalmente experimentarás sed como respuesta, además estás amamantando. Bebe conforme a tu sed y ten en cuenta que no tomar líquidos no contribuirá a disminuir una eventual congestión mamaria. Beber suficientes líquidos te ayuda además a no tener estreñimiento. 

Caminar y hacer ejercicio 

Durante las horas siguientes al parto probablemente te encuentres acostada. La primera vez que te levantes solicita ayuda de alguien para no marearte o caerte. Siéntate lentamente. Es probable que quieras ir al baño. Pide ayuda la primera vez para evitar tambalear. Poco a poco te recuperarás y podrás atenderte sola. Caminar te ayudará a evitar el estreñimiento, la formación de coágulos de sangre o las complicaciones en la respiración. Los ejercicios leves para cuidar tu piso pélvico son un buen punto de partida, luego poco a poco podrás iniciar tus ejercicios postparto. 

Estreñimiento y hemorroides

Es normal sentir constipación luego de dar a luz. Si te duele la zona perineal, no ir de cuerpo no solo puede agravar un problema de hemorroides y no contribuir a sanar las heridas de una eventual episiotomía sino que por el contrario, te hará más difícil la labor de ir al baño. Intenta mover el vientre sin temor a desgarrarte o aflojar los puntos y ayúdate con una dieta rica en fibra como verduras y frutas, así como suficiente líquido.

Controles postparto

Al culminar el puerperio, tu médico te hará un examen físico completo en el que además verá si tu matriz ha recuperado su tamaño original. Si continúas sangrando el doctor podrá ver si este proviene del útero, de un desgarro de una herida en el periné sin curar. 

Cambios hormonales

Las hormonas son muy importantes a lo largo de nuestra vida y son las causantes de la menstruación, el sostenimiento del embarazo, la lactancia y la menopausia entre otras. Se relacionan con el crecimiento, el sueño, los ritmos del día y de la noche y luego del parto se puede decir que sufren cambios abruptos que influyen en el estado de ánimo. La progesterona por ejemplo, es una hormona cuyos niveles están altos durante el embarazo y de repente descienden súbitamente luego del parto, lo que da pie a que las nuevas madres se sientan “emocionales” y algunas experimenten una mezcla de sentimientos variables como pasar de la euforia a la tristeza en cuestión de minutos. El contacto piel a piel con tu bebé ayuda a que la tormenta hormonal sea más llevadera y los portabebés son un excelente recurso porque promueven el vínculo mientras tus manos quedan libres. Tus sentimientos son reales y válidos y es normal que sientas algo de tristeza o incluso rechazo. Por lo general pasan, pero si especialmente sientes cansancio extremo, depresión severa, no te importa nada en la vida y no deseas cuidar de ti misma ni de tu bebé, trata de buscar ayuda, tal vez estés experimentando una depresión postparto. 

Descanso

Un bebé necesita de cuidados constantes y tal vez sientas esta labor muy abrumadora. Las semanas posteriores al parto implican para el bebé una adaptación muy grande respecto de la vida fuera del útero y tu como nueva madre debes recuperarte y reorganizar tu vida en torno a esta pequeña criatura. Trata de relajarte y pensar solamente en tu bienestar y el de tu bebé. Estar cómoda con cosas sencillas contribuye a que tu agotamiento no sea excesivo: duerme cuando tu bebé esté durmiendo, usa ropa confortable, amamanta cuidando tu espalda ya sea sentada en una mecedora y sin encorvarte hacia adelante sobre tu bebé o acostada para disminuir la tensión muscular y los dolores de espalda y aliméntate bien, consiéntete por ejemplo comiendo algún refrigerio que te guste mucho y pide ayuda a familiares y amigos con los quehaceres de la casa o las comidas si no tienes servicio o para que entretengan a tus hijos pequeños si los tienes. No te exijas mucho, descansa y trata de tener mucho contacto piel a piel con tu bebé.

Recuerda, nadie puede cuidar de ti y tu bebé mejor de lo que tu puedes, confía en tu instinto y en tu sabiduría interior. Y pide apoyo e información si lo necesitas.

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