Bebés: Estar disponible emocionalmente
A veces las madres pensamos que no podemos tener otro papel
que el de cuidar y cuidar, sin darnos cuenta de tanto que hacemos, así
parezca que es solo una cosa. Pero es muy probable que nuestros pequeños se den cuenta que allí estamos, abriéndoles
espacios emocionales y físicos, haciendo más de una cosa. Los primeros no se pueden medir, pero están y existen sin que nadie nos enseñe. Los espacios físicos se pueden medir,
pero no suelen ser tan amplios.
Los bebés necesitan tanto de los brazos como del alimento
Estos espacios comienzan en el vientre, en la preparación del nido,
y en los regalos, consejos y festejos si los hay. Muchas madres por ejemplo,
abren primero una dimensión física que da camino a un espacio emocional. Y la
disponibilidad y organización de ambas dimensiones se van acomodando, reacomodando y
ordenando. Lo que
llena ese espacio va a su ritmo. Así, la disponibilidad emocional puede ser
amorosa, pero también venir con desamor. Porque es inherente a la condición de ser
madre, y es un espacio que por lo general se abre para no cerrarse jamás.
Un bebé necesita de muchos cuidados, de alimento, de brazos. Y necesita de alguien que esté disponible tanto por dentro como por fuera para la
satisfacción de sus necesidades. Sería extraño que quien lo cuida, sea su madre o quien la reemplace, no necesitase de apoyo para disponer de ese comienzo, el
cual debe ser respetado por los demás, y no ignorado.
Porque es sagrado, y porque allí cabrán también emociones de amor, de alegría, de añoranza, de comprensión y de valentía. Pero porqué no, de desasosiego, de desconsuelo, miedo, resistencia, melancolía y desolación; que podrían conducirla a la sensación equivocada de no hacer lo suficiente, o a la de hacer una sola cosa.
Si, la disponibilidad emocional puede venir con amor, pero también con desdén. Y debe ser protegido porque pareciera que en ese espacio no hay cabida para nadie más que no sea su bebé; ni si quiera para ella misma. Aunque muy seguramente no es así.
Porque es sagrado, y porque allí cabrán también emociones de amor, de alegría, de añoranza, de comprensión y de valentía. Pero porqué no, de desasosiego, de desconsuelo, miedo, resistencia, melancolía y desolación; que podrían conducirla a la sensación equivocada de no hacer lo suficiente, o a la de hacer una sola cosa.
Si, la disponibilidad emocional puede venir con amor, pero también con desdén. Y debe ser protegido porque pareciera que en ese espacio no hay cabida para nadie más que no sea su bebé; ni si quiera para ella misma. Aunque muy seguramente no es así.
Esa amplitud posiblemente perdurará para siempre, aunque podrá llenarse de más emociones, y de más personas, incluida ella. Es un lugar tan agradecido y tan dinámico, que permite invitar a más; permite ordenar, reacomodar, resignificar, y encontrar más campo.
Y por más de que se trate de un amplio lugar, hay algo que no debería tener cabida: debería
estar cerrado para aquello de mostrarse disponible emocionalmente para que los
demás vean que está haciendo las cosas bien.
¡No es necesario! esa disponibilidad emocional es por ahora para el bebé, y será tomada e interpretada por el pequeño. Como venga.
Y los bebés bien saben que tienen a su mamá para ellos, y si no es la mamá, a la persona que está ahí para cuidarlos... ordendando, resignificando, reacomodando, reajustando…
¡No es necesario! esa disponibilidad emocional es por ahora para el bebé, y será tomada e interpretada por el pequeño. Como venga.
Y los bebés bien saben que tienen a su mamá para ellos, y si no es la mamá, a la persona que está ahí para cuidarlos... ordendando, resignificando, reacomodando, reajustando…
A su manera.
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