La crianza en la máquina del tiempo
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Si nos fuéramos de viaje en una cápsula del tiempo y pasáramos por distintas épocas de la historia, nos encontraríamos con acciones y pensamientos sobre la crianza que nos podrían causar estupor y asombro. ¿Con qué historias nos encontraremos dentro de cien años?
Si diéramos marcha atrás y fuéramos al pasado, podríamos ver de cerca historias de amor en tiempos de crianza. Pero también de terror, en donde el amor estaba lejos de ser el actor principal. Mucho menos los brazos, los besos y la figura de la infancia como un árbol que hay que cuidar desde que se planta para cimentar lo que podría ser un ser humano de bien en el futuro.
En algunos lugares...
Salvo en pueblos, aldeas o ciudades remotas de la misma época en la que nadie sabía de la existencia del otro y a lo largo de distintas épocas, había niños que eran criados con proximidad y de forma amorosa. Pero también había niños que eran algo así como mascotas, como objetos. Hoy también quedan vestigios de lo mismo.
En algunos lugares...
Hace siglos a algunos bebés y niños los mataban, los regalaban, había preferencias de género, la mortalidad infantil era altísima; la severidad, la explotación y el castigo se servían en bandeja. Hoy también quedan vestigios de lo mismo.
En algunos lugares...
Antaño había bebés y niños que podían disfrutar del cariño y del respeto de los demás. Pero también, la servidumbre, los abusos, la falta de afecto y el desconocimiento de la infancia como un momento tan importante de la vida, estaban a pedir de boca. Los niños no tenían derechos, y si los había, no estaban regulados.
En algunos lugares...
En algunos lugares el arte y la literatura poco los incluía y eran muchos los que se escondían cuando se trataba de mostrar afecto en público. Era poco vista la interacción entre padres e hijos y el juego. Ni se diga del tiempo libre y el ocio que eran mal vistos, así como hablar en voz alta o gritar. Hoy también quedan vestigios de lo mismo.
En algunos lugares...
Si en esa máquina que viaja por el tiempo paráramos en el siglo XX, podríamos observar que la infancia empezó a tener un lugar en la cabeza de los adultos. Un puesto merecido en la cabeza de los educadores, del estado y de los padres. También podríamos ver que aparecieron políticas de educación y de salud pública para proteger a los niños. Las muertes infantiles por desnutrición o maltrato empezaron a disminuir; muchos niños fueron escolarizados, y las niñas también. Aparecieron normas, tratados y programas para proteger los derechos de los niños.
En algunos lugares...
Si esa misma cápsula se diera una vuelta en el hoy, en pleno siglo XXI, podríamos ver que en algunos lugares, la historia de terror de antaño se sigue representando. Incluso podríamos ver que hay gente que pega y grita para "corregir" a los niños, que se los lleva a rincones o banquillos de pensamiento, que los deja llorar durante la noche. Y que se diga que los bebés no deben acostumbrarse a los brazos no es raro. ¡Cuando los necesitan!
Si vamos más allá, veremos historias de incontables abusos que da pena mencionar en este espacio.
En algunos lugares...
Si aquella máquina que pasa por los tiempos nos llevara hacia el futuro, fantaseando sobre la vida infantil como un asunto de valor y de exaltación, seguramente veríamos con horror lo que pasaba hace cien años, es decir, en el aquí y ahora de nuestro tiempo, y nos parezca terrorífico.
Ojalá no tengan que pasar cien años...en algunos lugares.
Si nos fuéramos de viaje en una cápsula del tiempo y pasáramos por distintas épocas de la historia, nos encontraríamos con acciones y pensamientos sobre la crianza que nos podrían causar estupor y asombro. ¿Con qué historias nos encontraremos dentro de cien años?
Si diéramos marcha atrás y fuéramos al pasado, podríamos ver de cerca historias de amor en tiempos de crianza. Pero también de terror, en donde el amor estaba lejos de ser el actor principal. Mucho menos los brazos, los besos y la figura de la infancia como un árbol que hay que cuidar desde que se planta para cimentar lo que podría ser un ser humano de bien en el futuro.
En algunos lugares...
Salvo en pueblos, aldeas o ciudades remotas de la misma época en la que nadie sabía de la existencia del otro y a lo largo de distintas épocas, había niños que eran criados con proximidad y de forma amorosa. Pero también había niños que eran algo así como mascotas, como objetos. Hoy también quedan vestigios de lo mismo.
En algunos lugares...
Hace siglos a algunos bebés y niños los mataban, los regalaban, había preferencias de género, la mortalidad infantil era altísima; la severidad, la explotación y el castigo se servían en bandeja. Hoy también quedan vestigios de lo mismo.
En algunos lugares...
Antaño había bebés y niños que podían disfrutar del cariño y del respeto de los demás. Pero también, la servidumbre, los abusos, la falta de afecto y el desconocimiento de la infancia como un momento tan importante de la vida, estaban a pedir de boca. Los niños no tenían derechos, y si los había, no estaban regulados.
En algunos lugares...
En algunos lugares el arte y la literatura poco los incluía y eran muchos los que se escondían cuando se trataba de mostrar afecto en público. Era poco vista la interacción entre padres e hijos y el juego. Ni se diga del tiempo libre y el ocio que eran mal vistos, así como hablar en voz alta o gritar. Hoy también quedan vestigios de lo mismo.
En algunos lugares...
Si en esa máquina que viaja por el tiempo paráramos en el siglo XX, podríamos observar que la infancia empezó a tener un lugar en la cabeza de los adultos. Un puesto merecido en la cabeza de los educadores, del estado y de los padres. También podríamos ver que aparecieron políticas de educación y de salud pública para proteger a los niños. Las muertes infantiles por desnutrición o maltrato empezaron a disminuir; muchos niños fueron escolarizados, y las niñas también. Aparecieron normas, tratados y programas para proteger los derechos de los niños.
En algunos lugares...
Si esa misma cápsula se diera una vuelta en el hoy, en pleno siglo XXI, podríamos ver que en algunos lugares, la historia de terror de antaño se sigue representando. Incluso podríamos ver que hay gente que pega y grita para "corregir" a los niños, que se los lleva a rincones o banquillos de pensamiento, que los deja llorar durante la noche. Y que se diga que los bebés no deben acostumbrarse a los brazos no es raro. ¡Cuando los necesitan!
Si vamos más allá, veremos historias de incontables abusos que da pena mencionar en este espacio.
En algunos lugares...
Si aquella máquina que pasa por los tiempos nos llevara hacia el futuro, fantaseando sobre la vida infantil como un asunto de valor y de exaltación, seguramente veríamos con horror lo que pasaba hace cien años, es decir, en el aquí y ahora de nuestro tiempo, y nos parezca terrorífico.
Ojalá no tengan que pasar cien años...en algunos lugares.
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