Salud materna y comunicación, camino hacia la humanización
Los profesionales de la salud basan su experticia en sus conocimientos, pericia y experiencia, además de todos los talentos que ponen al servicio de los demás. Se presume que su proceder es acertado, y que sabrán responder ante alguna complicación, si la hay, durante el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el posparto. ¿Teniendo esto en cuenta, qué sucede cuando las futuras madres expresan su deseo de participar activamente en todo lo que atañe a los procesos que viven sus cuerpos e involucrarse activamente en la toma de decisiones?
Es aquí cuando la salud materna y la comunicación van tomadas de la mano. La comunicación entre quienes prestan atención prenatal y quienes atraviesan las etapas del embarazo, el parto y el postparto es vital.
Son cada vez más las futuras madres y gestantes, que se informan en el camino de la llamada humanización del parto y del nacimiento y buscan proteger sus derechos relacionados con la salud sexual y reproductiva
Buenos resultados
Un profesional de la salud materna, sea obstetra, matrona o partera/o, sea miembro de un equipo hospitalario o proveedor de un servicio por fuera de este ámbito, guía y acompañar procesos de embarazo y nacimiento, que son naturales, pero que se pueden complicar. Es un experto que respeta los derechos de las personas. Es alguien que propende por la buena praxis y el buen trato.
Además de dialogar, respetará también la autonomía de la voluntad, les otorgará la posibilidad de involucrarse, las opciones de elegir entre tratamientos o procedimientos, les brindará soporte y la información necesaria, contemplando eventualidades.
El beneficio es para todos
Si a los controles, diagnósticos, resultados procedimientos y acompañamientos se suman buenos métodos de comunicación, es más fácil detectar situaciones que pueden provocar cambios, se evitan prácticas innecesarias y hay más apoyo.
Y los resultados, en el mejor de los casos, son más satisfactorios para ambas partes, porque por un lado las gestantes entienden y exploran conjuntamente sus posibilidades basada en la autoconfianza y en la certidumbre que siente de tener un buen proveedor de salud. Por el otro lado, los y las profesionales de la salud reciben más empatía y mejores respuestas, en especial cuando hoy hay tanta prevención en lo que al tratamiento obstétrico se refiere.
Ese cuidado permite conocer a quienes reciben atención en salud, sus expectativas, lo que prefieren, lo que necesitan y la fantasía de la experiencia que en su mente quisieran tener, así el desenlace sea otro. La atmósfera será distinta, porque estará salpicada de confianza. Al comunicar se convierten en un guía que otorga el protagonismo a quien vive sus etapas reproductivas.
Un buen intercambio le permitirá ser la estrella, ser quien decide (si es plenamente capaz), y que nadie tenga que decidir en su reemplazo o darle permiso luego de recibir información de las opciones que hay y los riesgos de cada procedimiento.
Es aquí es donde no resultan extrañas las palabras "consentimiento informado", que nacen de decir "acepto", luego de un entendimiento previo.
Es ideal poder otorgarlo cuando se recibe de manera clara, de parte de alguien en que se confía y que se sabe que atenderá de forma respetuosa las decisiones que las personas que esperan un bebé tomen, así no estén de acuerdo. Así no opinen, igual habrá apertura; la habrá también así tengan la información más no el conocimiento. Porque quien lo detenta, seguramente recibirá tanta confianza por el buen trato, que habrá cabida a que se puedan expresar sentimientos, opiniones y tomar acciones basadas desde luego en las recomendaciones impartidas por alguien que dedica su vida al ejercicio de su profesión.
Estatus de poder
No se puede negar que la autoridad y el respeto que infunde un profesional de la salud. El mismo ambiente hospitalario, para aquellas personas que optan por esa vía, también. En especial si se trata de un servicio público. Las relaciones de igualdad no siempre se propician en estos campos y es una realidad que no se puede desconocer. Habrá entonces no solo que cuidar la comunicación; también revisar la praxis en consulta y en procedimiento. Habrá que ver a las personas que esperan bebés como seres humanos que tienen la plena y absoluta capacidad de traerlos al mundo, con el apoyo y guía de un profesional en todo sentido si se acude a aquél.
El lado oscuro
Qué peor que se otorgue un consentimiento que a la larga no sea informado, una comunicación negativa que no motive un encuentro en el que no hay palabras ni campo para preguntas o explicaciones, sino la ejecución mecánica de procedimientos de rigor, algunos de los cuales en muchas partes ya son obsoletos. Seguramente resultarán en menoscabo de derechos tan básicos como el saber qué es lo que está pasando.
Y es allí, sin contar lo que le sucede al cuerpo, donde la consecuencia es la afectación a nivel psicológico y emocional que se traduce en malas experiencias, o en el sentimiento de ser tratadas simplemente como un cuerpo que se reproduce. Lo mismo a los bebés. Por ello hay que tener cuidado con las relaciones que se crean a nivel sanitario con quienes esperan o dan a luz a un bebé.
Si el proveedor de salud adopta un papel paternalista, probablemente pretenderá una actitud aniñada, muy frágil. Seguramente ni se le pasará por la mente que dejando a un lado ese tipo de trato, la mujer, tendrá más facilidad para depositar su confianza en un profesional que conoce su oficio, porque es tratada de forma normal. Al fin y al cabo es una mujer que puede tomar decisiones y hacer respetar sus derechos básicos (si los conoce, claro está).
Cómo se da una buena comunicación en salud materna y reproductiva
Ese cuidado en la buena comunicación abarca tanto el buen trato, como el respeto de los derechos y la escucha; con comportamientos verbales y no verbales.
Con las propias palabras se puede explicar mejor que con términos médicos que solo entienden algunos, que pueden causar angustia o estrés o que no se entienden por su complejidad o por estar con abreviaturas, pareciendo un lenguaje de exclusión y despersonalización. Hay términos que logran seguramente respuestas positivas. Por ejemplo, preguntar los términos con los que se prefiere que se llame a las personas que son sujeto de atención, el reemplazo de términos como "mamá" o "ella", por el nombre propio; el "buena muchacha" por "vas super bien"; el "sufrimiento fetal" por "cambios en la frecuencia cardiaca del bebé"; el "traigan los forceps" por "vamos a ayudar a salir al bebé con un instrumento denominado...".
Si; la comunicación y un buen servicio en los cuidados prenatales se relacionan más de lo que pensamos...
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