Herramientas de la bioética para promover la humanización en la etapa reproductiva
Construir cuidados orientados a la maternidad desde una perspectiva humanizada responde a la necesidad de un ambiente justo, sano y respetuoso de las necesidades de quienes atraviesan momentos relacionados con la reproducción. La bioética ayuda a las partes interesadas a adecuarse a los sistemas existentes buscando una mejora en los mismos, con herramientas para que las decisiones que se tomen obedezcan a juicios emitidos con base en virtudes, fundamentos y guías.
La práctica de salud se vincula con los propios sistemas de creencias, valores y principios, idealmente precedidos de una guía para conducirse a la hora de tomar decisiones que conciernen a la vida humana. Una guía, porque los valores propios se confrontan con el hecho de llevar a cabo prácticas sobre el cuerpo y su integridad.
Proposición de principios
Los valores y los principios impactan positivamente en un contexto amplio de esta área de la salud y abarcan cualquier ámbito donde haya problemas éticos que resolver. Algunos de ellos son el respeto al individuo y el reconocimiento a la autonomía de su voluntad y de su libertad. O la búsqueda del cuidado, el bienestar y la protección del cuerpo. También el respeto al individuo como persona individualmente considerada, teniendo en cuenta su entorno personal, cultural y socioeconómico.
Es así como podemos incorporar las herramientas de la bioética, encargada del estudio la estampa ética de una ciencia de la vida como es la salud. Usarlas ayuda a complementar la visión individual mediante la observación, la formulación y la valoración, factores estos que se ligan con otros hechos, causando efectos en un todo aparte. (Es lo que algunos llaman la visión holística).
Los elementos que permiten formar un criterio de decisión podrían basarse, a parte de un miramiento general a los hechos, en una observación de casos similares previos y en una recopilación de datos de lo que está pasando si se proyecta en perspectiva. La documentación y los estudios que existen sobre determinado tema o caso objeto de una decisión, sirven también de fundamento para adoptar conductas parecidas, siempre y cuando no contravengan derechos.
Lo explico con un ejemplo sencillo: La OMS recomienda que los bebés sanos sean colocados en contacto piel a piel con su madre en cuanto nacen y que reciban leche humana durante la primera hora de vida. Tomar la decisión de separar a un bebé sano sin que pueda tener contacto inmediato con su madre y no ayudar a la madre a establecer la lactancia sino darle al bebé agua glucosada, estaría contraviniendo derechos.
Así, a través de las hipótesis y de la documentación reunida, es viable identificar pautas en común de respuesta a rescatar y mejorarlas. Es como tener casos basados en la experiencia y producir resultados de éxito parecidos (recordemos que las hipótesis deberían estar fundamentadas en una sabiduría científica establecida).
Pero no bastan las herramientas de la bioética. En mi opinión, el mayor instrumento que permite formar un criterio de decisión ética, lo da el hecho de "tomar conciencia" de los aspectos éticos que hacen viable el uso de aquellas herramientas.
Para tomar conciencia se requiere de una guía, porque si bien la ética se basa en el actuar de las personas con base su autonomía, el caer en cuenta del deber de un actuar ético no necesariamente es una habilidad innata.
La guía consiste en la enseñanza de la manera de identificar los valores que incorpora la práctica y sus posibles escenarios, con miras a perseguir objetivos.
Es un conjunto de instrucciones que sirven para prever las posibles situaciones que se presenten, organizar las respuestas y activar un modus operandi sin improvisar. Es una amplitud en la capacidad para sacar conclusiones, identificar acciones, tener criterio, adelantarse a eventualidades, poner en contexto situaciones, encontrar errores, comunicarse en lenguajes apropiados, tener en cuenta otros puntos de vista y desarrollar el sentido común. Todo basado en principios éticos que no solo incorporan valores propios.
Y adquirir estas habilidades requiere de procesos de introspección, razonamiento lógico y ejercicio.
Considero que la valoración ética hecha sin más podría incorporar pareceres autónomos que marquen un determinado proceder a la hora de tomar decisiones que obligarían a quien emite el juicio, a asumir y tomar responsabilidad por las consecuencias que se deriven de su actuar. Además podría limitarse a la adopción de valores propios y al desconocimiento de las normas, derechos y protocolos establecidos (no entro a discutirlos; demos por hecho de que son sanos, porque si bien la humanización del parto presenta antecedentes en la historia, va prosperando el parámetro de su cambio en el tiempo, aún cuando se refleja lento y con falta de conocimiento y/o información).
Por el contrario, una valoración ética integral ayuda a que no sea tan espontánea la toma de una decisión, sino que se base en una orientación concertada, con instrumentos para deliberar, con habilidades para recorrer ese proceso lógico de unión de ideas, datos, evidencia, protocolos y prácticas. Esa orientación permite contrastar una postura individual y establecer un comportamiento teniendo además en cuenta otras posturas, para tener otros elementos de juicio que den soporte a decisiones que implican una responsabilidad profesional.
De esta manera, las personas en edad reproductiva podrán confiar en la habilidad de su proveedor de salud y entender el por qué de prácticas que pueden influir y limitar las decisiones que se toman basadas en el consentimiento. A modo de ejemplo, la posibilidad de elegir con adecuada información sobre medicaciones y procedimientos, la descripción de sus efectos y el por qué de su realización.
Las decisiones
Las decisiones que respaldan procederes en materia de salud materno-fetal, pueden ser tomadas por los agentes activos del proceso o, en su mayoría, por los que otorgan cuidados. Y es en virtud de este hecho que algunos pacientes llegan con un listado extensivo de sus condiciones y algunos proveedores de salud los ven como un arma amenazante. Considero que la razón obedece a la falta de confianza y al temor de un desequilibrio de poder entre el paciente y el proveedor de salud, cuando el ideal debería orientarse más bien a dar una mirada razonable y equilibrada que tranquilice todos los miedos (de ambas partes). Con mayor razón cuando muchas veces deben tomarse decisiones con premura de tiempo y/o basadas en agentes externos como normas, sistemas, protocolos, técnicas, comités, un equipo al cual consultar...
Las decisiones se basan en la formación, la experiencia, los propios valores y la percepción; y podría creerse que son suficientes elementos de juicio. Sin embargo, siendo tan sensibles los límites que se podrían atravesar para pisar (así sea sin querer), los derechos de los demás (en particular de aquellos que enfrentan un estado de vulnerabilidad), se hace importante encontrar herramientas que abarquen un ámbito de responsabilidad, ética y legalidad que den mayor respaldo a aquellas decisiones. De ahí la importancia de la guía.
Las herramientas
Es así como podemos incorporar las herramientas de la bioética, encargada del estudio la estampa ética de una ciencia de la vida como es la salud. Usarlas ayuda a complementar la visión individual mediante la observación, la formulación y la valoración, factores estos que se ligan con otros hechos, causando efectos en un todo aparte. (Es lo que algunos llaman la visión holística).
Usar herramientas que logren incorporar no solo valores propios a las eventualidades que se presenten, respetando los matices de cada caso en particular, facilita entonces la toma de decisiones éticas y entender su responsabilidad y compromiso. Otros medios radican en conocer la norma, contar con información, buscar soluciones para un modo de aplicación adaptable a la profesión, al entorno y al sistema. Contar con material de apoyo ahorra tiempo y esfuerzo de forma efectiva.
Los elementos que permiten formar un criterio de decisión podrían basarse, a parte de un miramiento general a los hechos, en una observación de casos similares previos y en una recopilación de datos de lo que está pasando si se proyecta en perspectiva. La documentación y los estudios que existen sobre determinado tema o caso objeto de una decisión, sirven también de fundamento para adoptar conductas parecidas, siempre y cuando no contravengan derechos.
Lo explico con un ejemplo sencillo: La OMS recomienda que los bebés sanos sean colocados en contacto piel a piel con su madre en cuanto nacen y que reciban leche humana durante la primera hora de vida. Tomar la decisión de separar a un bebé sano sin que pueda tener contacto inmediato con su madre y no ayudar a la madre a establecer la lactancia sino darle al bebé agua glucosada, estaría contraviniendo derechos.
Así, a través de las hipótesis y de la documentación reunida, es viable identificar pautas en común de respuesta a rescatar y mejorarlas. Es como tener casos basados en la experiencia y producir resultados de éxito parecidos (recordemos que las hipótesis deberían estar fundamentadas en una sabiduría científica establecida).
En el ejemplo, si se sabe que la proximidad entre el bebé y su madre es importante para el establecimiento y éxito de la lactancia, las decisiones estarán orientadas a mantenerlos juntos en el momento inmediato al parto, no intervenir con suplementos innecesarios y a permitir un alojamiento conjunto. O en todo caso, a facilitar su proximidad en el evento de una hospitalización, permitiendo en la medida de lo posible, el acceso del uno con el otro.
Cuando se trata de decisiones concertadas, tener una capacidad de diálogo con personas que trabajan en distintas disciplinas también sirve como herramienta. En el ejemplo, de nada sirve que el obstetra reciba a un bebé sano que coloca en contacto piel a piel con su madre, pero el pediatra de turno interviene al momento ordenando su separación inmediata y el suplemento, sin si quiera permitir un reconocimiento visual o un contacto al pecho.
La guía
Pero no bastan las herramientas de la bioética. En mi opinión, el mayor instrumento que permite formar un criterio de decisión ética, lo da el hecho de "tomar conciencia" de los aspectos éticos que hacen viable el uso de aquellas herramientas.
Para tomar conciencia se requiere de una guía, porque si bien la ética se basa en el actuar de las personas con base su autonomía, el caer en cuenta del deber de un actuar ético no necesariamente es una habilidad innata.
La guía consiste en la enseñanza de la manera de identificar los valores que incorpora la práctica y sus posibles escenarios, con miras a perseguir objetivos.
Es un conjunto de instrucciones que sirven para prever las posibles situaciones que se presenten, organizar las respuestas y activar un modus operandi sin improvisar. Es una amplitud en la capacidad para sacar conclusiones, identificar acciones, tener criterio, adelantarse a eventualidades, poner en contexto situaciones, encontrar errores, comunicarse en lenguajes apropiados, tener en cuenta otros puntos de vista y desarrollar el sentido común. Todo basado en principios éticos que no solo incorporan valores propios.
Y adquirir estas habilidades requiere de procesos de introspección, razonamiento lógico y ejercicio.
Considero que la valoración ética hecha sin más podría incorporar pareceres autónomos que marquen un determinado proceder a la hora de tomar decisiones que obligarían a quien emite el juicio, a asumir y tomar responsabilidad por las consecuencias que se deriven de su actuar. Además podría limitarse a la adopción de valores propios y al desconocimiento de las normas, derechos y protocolos establecidos (no entro a discutirlos; demos por hecho de que son sanos, porque si bien la humanización del parto presenta antecedentes en la historia, va prosperando el parámetro de su cambio en el tiempo, aún cuando se refleja lento y con falta de conocimiento y/o información).
Por el contrario, una valoración ética integral ayuda a que no sea tan espontánea la toma de una decisión, sino que se base en una orientación concertada, con instrumentos para deliberar, con habilidades para recorrer ese proceso lógico de unión de ideas, datos, evidencia, protocolos y prácticas. Esa orientación permite contrastar una postura individual y establecer un comportamiento teniendo además en cuenta otras posturas, para tener otros elementos de juicio que den soporte a decisiones que implican una responsabilidad profesional.
La adquisición de habilidades, previo un lineamiento basado en la identificación de los propios valores y modos de pensar o comportarse frente a ciertos hechos, facilita compararlos con la moralidad objetiva (es decir, independientemente del observador o de quien hace la declaración) e integrarlos en la práctica. Es decir, representarse antes un panorama de eventualidades y sus respuestas, acordes, que se puedan adaptar a la hora del ejercicio.
Los valores puede que se presuman, pero ejercitarlos o enfrentarlos con guía, permite identificarlos y optimizar tiempo. En particular cuando hay que debatir, considerar o determinar, ojalá concertadamente. En últimas, muy probablemente las situaciones, ya podrían haberse presentado en alguna parte del mundo, en un momento de la vida.
Resultados
Será así más fácil detectar, estudiar, descifrar y decidir sobre circunstancias relacionadas con la humanización, con eficacia, oportunidad y calidad. A su vez, el camino quedará abierto para permitir elementos de juicio aplicables a campos de acción vastos y complejos. Porque no tienen únicamente el sesgo de razonamientos personales; además tienen un entrenamiento y una documentación.
Será así más fácil detectar, estudiar, descifrar y decidir sobre circunstancias relacionadas con la humanización, con eficacia, oportunidad y calidad. A su vez, el camino quedará abierto para permitir elementos de juicio aplicables a campos de acción vastos y complejos. Porque no tienen únicamente el sesgo de razonamientos personales; además tienen un entrenamiento y una documentación.
De esta manera, las personas en edad reproductiva podrán confiar en la habilidad de su proveedor de salud y entender el por qué de prácticas que pueden influir y limitar las decisiones que se toman basadas en el consentimiento. A modo de ejemplo, la posibilidad de elegir con adecuada información sobre medicaciones y procedimientos, la descripción de sus efectos y el por qué de su realización.
En suma, esas herramientas que brinda el conocimiento, reunido con la experiencia, los principios y el seguimiento de la tan necesaria guía, no son más que recursos de la bioética que seguramente facilitarán una labor que es compleja per se, porque involucra las relaciones con personas y obligan a ir más allá de las representaciones propias y de los propios razonamientos para ampliar su espectro.
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