La pareja y la crianza



“Había llorado todo el día, sola en mi casa con mi pequeño. Ni hambre tenía, me había comido un sándwich y una manzana porque no quería cocinar. Tampoco levantarme; estaba con mi pijama vieja que acababa de cambiarme porque me quedó empapada de leche. Yo pensaba que Andrés vivía una aventura. Desde que nació Samuel, Andrés cambió conmigo. Me sentía muy sola porque por su trabajo tan exigente trabajaba muchas horas y las cuentas no daban espera. Un día sin laborar representaba estar muy justos a fin de mes. Yo me sentía muy sola y además me habían dicho mil veces que no descuide a mi pareja, con un bebé que no llegaba ni a dos meses y yo no entendía tampoco por qué tenía que estar cuidando además a alguien que se podía cuidar solo. Un día le pregunté. Le dije que con todo esto del niño posiblemente yo ya no le interesaba. Me miró extrañado, me abrazó y me dijo que cómo se me ocurría pensar en eso, que nunca me había amado más que ahora. Se excusó diciéndome que con el nuevo bebé se sentía más responsable y que debía trabajar el doble que antes”. Mónica.


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Ser responsables de un bebé, un nuevo papel y una nueva naturaleza en la forma de relacionarse con la pareja, si la hay
. Si eres la pareja de alguien que ha dado a luz, sabrás que concentrará toda su energía en el nuevo ser.

Si está entre sus planes amamantar, tu apoyo en la lactancia es muy importante para sacarla adelante. Facilitar que el bebé pueda lactar a libre demanda, es decir, cada vez que lo necesite y por el tiempo que prefiera, te permite ayudar a tu pareja a establecerla, así como a una buena producción; porque sucederá tanto de día como de noche y requiere de energía física y de disposición. De igual manera permitirle un agradable ambiente creando espacios para que sienta seguridad y comodidad para dar el pecho. Podrás apoyar y proteger a tu par al ejercer otras actividades como cambiar al bebé, bañarlo, alzarlo o dar una vuelta encargándote del pequeño desde una perspectiva diferente a la alimentación. También, alzarlo, dormirlo entre tus brazos y tenerlo cerca en la noche. 

El soporte también se construye hablándole, transmitiendo confianza respecto de su capacidad para cuidar al bebé en las horas en que no estás; por ejemplo si tienes que salir a trabajar o atender otros asuntos. 
Significa que te das cuenta que que ha estado todo el día disponible física y psicológicamente para el bebé pudiendo sentir en el fondo que no se le ha ido todo el día sin hacer nada. 

Si ves que en sus ojos se refleja un cansancio que puede verse extremo, pero que hace parte de la función cuidadora, a lo mejor quieras vigilar su sueño para que duerma un rato y tenga más energía y disposición. Tal vez darle un abrazo o un masaje en la espalda o en los pies acompañado de palabras de apoyo reconfortantes. O alimentos, algo que le guste por ejemplo.

Podrás descifrar que ese cansancio irá pasando con el tiempo y que en estos momentos está dándole el mejor regalo al bebé con su tiempo a tope y que es comprensible pasar a un segundo plano momentáneamente. Tal vez ese mismo cansancio sea el que haga que le cueste trabajo prepararse alimentos, encargarse del orden e incluso levantarse. También puede sentirse mal por tener que pedir ayuda o no atreverse a solicitarla, así sea para pedirte sostener al bebé mientras se da un baño. Porque sabe que además tienes que ir a trabajar y quiere protegerte, pero que a lo mejor pueda también no parecerle justo. 

Por lo mismo, tal vez te sea de ayuda comprender que tu parte del trabajo puede verse compensada con otras actividades, así percibas que tu pareja que ha dado a luz sienta la necesidad de querer hacerlo todo. Actividades como además de cuidar al bebé, lidiar sus cambios de ánimo repentinos, muy normales en esta etapa. Seguramente tu esfuerzo se vea compensado con su reacción cuando le digas que comprendes que valoras su cuerpo posparto, sus cicatrices, la leche chorreada en su camisón, sus ojeras en los ojos y su eterna cola en la cabeza. También entender que si no te busca o te rechaza, posiblemente no tenga ganas de intimidad por ahora y que necesita recuperarse después del parto además de tener toda su energía ahora puesta en el bebé. Posiblemente también verás que reconoce tu papel y no se olvida de tu existencia, así no tenga ni la fuerza ni la energía por el ritmo de lo que experimenta y se repite día a día. Un ritmo que se equilibrará conforme juntos aprenden y que poco a poco facilitará el reencuentro. 

Es factible que se crucen caminos diferentes cuando antes del nacimiento parecieran andar al unísono pero es normal dejar un solo espacio y muy especial de atención para el bebé y excluir a los demás sin que eso quiera decir que hay una competencia por el afecto. 

Es posible encontrarse con frases que pueden menguar su habilidad cuidadora y tú poder hallar la manera de reforzarla. No imaginas el efecto que tienen unas palabras de reconocimiento, comprensión y afecto. Porque la vida cotidiana con un bebé puede ser muy diferente a lo que se vive afuera y no todos tienen las mismas respuestas.

También puede escuchar palabras que intenten atenuar su interés por la lactancia si ha decidido practicarla al cien por ciento, mismas que puedes contrarrestar informándote y salvaguardando esta forma de alimentación frente a iniciativas que la desestimen. Sabes al fin y al cabo que salvo muy pocas excepciones no se puede producir la leche necesaria y que un poco de motivación nunca sobra si hay momentos difíciles. Por ejemplo para asistir a grupos de apoyo en lactancia o pidiendo ayuda profesional para superarlos si es del caso.

Es factible que tengan diferentes perspectivas sobre lo que es cuidar. ¡Y no importa! porque son válidos los estilos variables y las distintas formas de estar con un bebé. Mientras no le hagan daño es cuestión de compaginar. Además el bebé también se relaciona de forma diferente con distintas personas. 

Poco a poco aparecerán cauces nuevos si dejas todo fluir. 

La red de apoyo empieza por casa.

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