¿Para qué sirve un sistema en la protección de la salud sexual y reproductiva?

Es necesario un sistema de protección materno-infantil para poner fin a la mortalidad prevenible de recién nacidos y también de niños, para promover la salud mental y el bienestar, para recibir y dar información y educación, así como para integrar la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales, y que las mujeres y personas gestantes tengan acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva.

Un sistema es la agrupación de pautas y procedimientos relacionados entre sí, que reglan la manera en que funciona un grupo o colectividad. Un sistema de protección a los mencionados sujetos de atención, es un conjunto de componentes que, cuando están bien coordinados, fortalecen el entorno protector para este grupo de la población. Un sistema previene y responde a los riesgos para los niños y sus madres o personas gestantes.




Cuando se trata de proteger la salud y el bienestar, (Objetivo del Desarrollo Sostenible), el enfoque de lo que es un sistema, resulta en el trabajo conjunto orientado a un bien común, en aras de producir los mejores resultados. El motivo de que se necesite una estructura, radica en que cuando hay una integración moviéndose hacia la protección de infantes, mujeres y personas que atraviesan por procesos reproductivos, sería extraño observar que funcione un solo enfoque que merezca protección fragmentada y en todo caso, de haberlo, pondría de presente la manera anticuada de responder a situaciones serias que enfrenta este grupo poblacional. 
Por el contrario, de no atenderse de forma holística, se producen consecuencias que tienen efectos, también en conjunto. Por ejemplo, cuando comprometen al mismo tiempo la vida, la salud y el desarrollo. Este compromiso se causa con actos de prevención y protección basados en evidencia conducentes a eliminar experiencias adversas, estableciendo redes de apoyo, promoviendo la salud desde la familia, la fuerza de trabajo y los entornos hospitalarios, entre otros.

Es así como un verdadero sistema de protección a la salud materno-infantil requiere de esfuerzo real, que bien coordinado, ofrecerá soluciones de prevención y de protección que surgen del trabajo de varios sectores, canalizado los cuidados también a un conjunto de variables. 
Para poder determinar la forma en que un sistema debe interactuar, hay que determinar quiénes lo componen: usualmente las madres y personas gestantes viven en una comunidad y los infantes viven en familias. Junto a las comunidades existe la sociedad, las instituciones y organizaciones nacionales e internacionales y los Estados.
Entonces, la coordinación entre todos estos agentes en la búsqueda de la protección, crean estructuras para un acercamiento integrado. Es decir, un trabajo en conjunto.
Ese trabajo consiste en la búsqueda de los mejores intereses y provoca, en el mejor de los casos, sensibilidad frente a factores como las edades, las etapas del desarrollo, las condiciones y normas sociales, económicas y culturales, como los acercamientos dentro de un ámbito que no discrimine ni sea violento. 
La forma en que aquellos actores operan sus sistemas surge de normas y políticas, estándares, entrenamiento, mecanismos de supervisión y resultado y las maneras para hacer efectivas esos principios, pautas y políticas. Todos armonizados a través de un trabajo en conjunto orientado a un fin común, que es proteger a los sujetos de atención y brindar apoyo a sus familias. Al hacerlo protegen también sus derechos humanos. 
Otra forma en que operan es incrementando recursos y presupuestos nacionales para proteger la salud y trabajando en la extracción de datos, para además de identificar focos vulnerables, poder conducir la ayuda y entender las dificultades que enfrentan estos grupos de la población. Las empresas y los divulgadores lo hacemos con campañas de difusión, de discusión y de participación en foros, conferencias y consultorías.

En este sistema de protección, los mismos agentes de atención participan en una real movilización, buscando asegurar la calidad de sus entornos. Lo hacen interviniendo en la discusión de las mismas situaciones que enfrentan. 
Como ejemplo podemos ver el reconocimiento de la ONU de la violencia obstétrica como paso para su erradicación, a través de un informe que recogió manifestaciones del maltrato y la violencia de género en los servicios de salud reproductiva y durante la atención al parto en los centros de salud, en los que las plataformas sociales digitales tuvieron un rol fundamental.

El sistema integrado facilita la consecución de los objetivos de desarrollo, desfavorecer el impacto negativo que la falta de protección genera, reducir los costos para las familias, las comunidades y los estados. En el ejemplo citado, si los profesionales, los agentes de administración en salud, la sociedad y las instituciones hacen visible y aceptan la existencia de maltrato sistemático y generalizado hacia las mujeres y personas gestantes en sus procesos reproductivos, se informan sobre sus causas y cómo resolverla, surgen protocolos y regulaciones para su prevención y control, surgen nuevos modelos de atención que garantizan los derechos humanos.

Que siempre contemos con sistemas integrados. Que siempre podamos proteger los derechos humanos. 

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