El continuum según Leidloff, la capacidad de amar según Michel Odent y la resiliencia


Cuando esperaba a mi primera hija, leí un libro que influyó mi forma de crianza: “El concepto del continuum”. Este libro fue escrito por Jane Liedloff, una norteamericana que al participar en expediciones en la selva venezolana conoció a los indígenas Yekuana y regresó luego para vivir con ellos, documentando en su libro escrito en 1975 la forma de vida y crianza en el apego de este grupo indígena.


Soy Valeria Calderón, abogada con énfasis en salud sexual y reproductiva, educadora perinatal, prenatal y postnatal certificada y autora de este blog. Cuando mi pequeña Sarah nació, me vinculé con organizaciones de apoyo a la lactancia, tuve también la oportunidad de realizar cursos y acceder a información y literatura sobre el mundo del embarazo, la lactancia, los bebés, las mamás, los papás y la crianza en general. Y además de abogada me convertí en escritora, doula y luego seguí en el camino académico hacia la educación en el mundo peri, pre y postnatal.

Toda la información que he recibido constata que los mejores parámetros de crianza son los determinados por el propio instinto, y que la información y el apoyo son valiosos recursos.

En este camino he encontrado fascinantes textos y personas interesantes como Michel Odent, un obstetra francés nacido en 1930, notable defensor del parto natural y pionero en el descubrimiento de la capacidad del recién nacido de encontrar por si mismo el pecho de la madre y succionar, durante la primera hora siguiente al parto. Fue en un diciembre del dos mil diez, en un congreso sobre parto respetado en Bogotá. Al escucharlo, pude observar la pasión con que defiende los procesos fisiológicos propios de nuestra naturaleza y la manera en que nos invita a liberarnos de creencias que interfieran con estos procesos para que ocurran con la intervención mínima posible, procesos que si son perturbados, pueden incidir negativamente en la conducta humana.

Quiero referirme a dos textos que complementan mi biblioteca, uno de Odent que se titula: “¿Es la promoción de la lactancia tan inútil como la promoción del amor?” y el otro, “El Concepto del Continuum” de Leidlof, porque descubrí que podría ser de utilidad enlazarlos respetuosamente:

La promoción del amor


Michel Odent señala que el amor ha sido expresado y promovido en sus diversas facetas por líderes espirituales y religiosos, filósofos, poetas y demás con connotaciones positivas de compasión, altruismo, entrega, caridad, generosidad, etc. y se da por entendido que su promoción ha sido efectiva. Sin embargo, al mirar retrospectivamente la conducta humana, duda de los actuales beneficios de la promoción del amor.

Al preguntarse sobre cómo se desarrolla la capacidad de amar y considerando esta pregunta simple y necesaria, aunque nueva, observa que la respuesta está en las disciplinas científicas y propone estudiar ante todo las bases genéticas de nuestra conducta comparándonos genéticamente con los chimpancés y resaltando la agresividad de los chimpancés comunes, viendo que los hombres Cromagnon tenían rasgos agresivos similares que provocaron efectivamente la desaparición de los Neandertales. Este médico sostiene que los hombres tenemos un elevado potencial destructivo aunque poseemos un potencial para el amor.

Desde la perspectiva de las distintas disciplinas científicas, la capacidad de amar puede estar influenciada por eventos que ocurren durante las experiencias más tempranas, especialmente en el período que rodea al nacimiento hay un espacio de tiempo corto e irrepetible muy importante para la formación del vínculo entre madre e hijo así como durante el período perinatal, conclusión esta última que sacó al observar estudios sobre el análisis del pasado de personas con algún tipo de alteración de la capacidad de amar o amarse a sí mismos.

A raíz de lo anterior, Odent sostiene que numerosos creencias y rituales de muchas culturas que controlan la naturaleza y la capacidad de amar han perturbado y perturban el desarrollo fisiológico del período perinatal y la fase crítica del parto (que va desde el nacimiento al alumbramiento de la placenta), siendo una ventaja la creación de seres humanos más agresivos y destructivos. De sus palabras se puede inferir que las creencias y rituales que rodean el nacimiento se relacionan directamente con el poder de las sociedades en cuanto a su potencial de agresión. Para Odent, como somos fruto de este proceso selectivo, no podemos reconocer y actuar efectivamente contra las manifestaciones de la alteración de la capacidad de amar y, reconociendo que hoy hemos alcanzado los límites sobre el dominio de la naturaleza, ve como necesario el diálogo entre la humanidad y la madre tierra, invitándonos a formular las preguntas básicas necesarias y buscar las respuestas en los datos científicos, en lugar de promover directamente el amor (visión científica del amor). En otras palabras, este médico francés sostiene que los procesos fisiológicos son rutinariamente perturbados por el medio cultural y que actualmente estamos en una época de cesáreas electivas a demanda, elevadas intervenciones obstétricas y uso generalizado de fármacos que sustituyen las hormonas naturales.

La promoción de la lactancia materna


Michel Odent dice que la promoción de la lactancia es antigua y que en un principio la pregunta no se planteaba en el sentido de si un bebé sería amamantado, sino, si lo haría su propia madre. Cita la Biblia, y se refiere a Jeremías y su mención que hasta los monstruos marinos amamantan a sus hijos destacando la conveniencia de hacerlo. También cita al Talmud y al Corán, que recomiendan amamantar hasta los dos años. Menciona a Julio César que se lamentaba de que los hijos de los Patricios no recibían leche materna y a Rousseau, que puso la lactancia materna de moda en la Europa del siglo dieciocho, en el movimiento de retorno a la naturaleza. Habla del arte del Renacimiento reflejado en las pinturas de la Virgen María amamantando y describe la larga historia de mujeres devotas de la Virgen en Islandia que no amamantaban porque esas imágenes habían sido destruidas. 

Odent pasa a la mitad del siglo veinte con el fenómeno “baby boom”, época en la que se desarrollaron las leches de fórmula declinándose la lactancia materna y habla de la creación de la Liga de la Leche en Chicago por un grupo de madres lactantes en 1956 con el objetivo de dar información y ayuda a madres lactantes en un momento en que muchos médicos promocionaban la leche de fórmula, siendo la ayuda a las madres, una forma de promover la lactancia así como lo es ver a una madre que amamanta.

Las campañas públicas de promoción de la lactancia

Las organizaciones públicas tienen como prioridad promover la lactancia y Odent nos muestra casos como el de la Constitución de Brasil con un programa efectivo e innovador, las leyes Chinas con mandatos sobre información de alimentación infantil y lemas americanos como "El pecho, lo mejor para el bebé, lo mejor para la madre" (Breast, best for baby, best for mom) y ve que hay convencimiento de que "El pecho es lo mejor" (Breast is best) cuando conversa informalmente con taxistas de diferentes países. Pero se pregunta si los métodos modernos y directos son eficaces por el gran vacío entre el conocimiento formal, el popular, las intenciones y las estadísticas que se refleja en la corta duración de la lactancia, siendo el objetivo comprender el porqué en nuestras sociedades la lactancia es tan difícil y no puede continuar hasta donde se recomienda.

El éxito de las campañas públicas para Odent, depende de tener como prioridad el redescubrir las necesidades básicas de las mujeres durante el parto y llama la atención sobre las estadísticas de países con altos niveles de cesáreas, donde a la par se realiza la promoción institucional de la lactancia, mencionando estudios que comparan los niveles de amamantamiento y el alto grado de cesáreas, dando como resultado niveles bajos en la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses.

Sobre la capacidad de amamantar


Michel Odent dice que la lactancia materna empieza antes de que nazca el bebé y que las hormonas segregadas por la madre y el recién nacido durante el trabajo de parto y el nacimiento juegan un papel en su inicio. Menciona estudios que demuestran que los niveles de beta-endorfinas aumentan durante el parto, estimulan la secreción de prolactina y son más elevados en partos vaginales, además de que hay una cadena entre el dolor fisiológico del parto, el sistema de protección ante el dolor y la secreción de la hormona clave en la lactancia. 

El médico francés cita estudios que demostraron que dos días después del parto la mujer que ha tenido un parto vaginal, y no por cesárea de emergencia, segrega de manera efectiva oxitocina en pulsaciones al momento de amamantar, lo cual tiene incidencia en la duración de la lactancia materna exclusiva. Menciona también que las beta-endorfinas tienen un efecto opiáceo que pasa a la leche creando una especie de adicción a la lactancia, lo cual contribuye con su duración y facilidad. Según Odent, durante la hora que sigue al parto, la madre y el bebé están bajo la influencia de hormonas que juegan un papel específico en la interacción de ambos, así como en el inicio de la lactancia, de ahí que el neonato pueda encontrar el pecho materno.

Redescubrir


De la lectura de este artículo, se puede descubrir que para el obstetra Odent, la promoción de la lactancia seguirá siendo ineficaz si hay desconocimiento sobre la capacidad de amamantar, y más que promover la lactancia a través de campañas públicas que repiten que "El pecho es lo mejor", hay que plantearse cómo se desarrolla esta capacidad y redescubrir las necesidades básicas de la mujer en el parto, teniendo en cuenta que "la lactancia empieza antes del nacimiento del bebé". En suma, Michel Odent plantea un regreso a lo natural y plantea que los eventos del período perinatal y los eventos subsiguientes al parto tienen influencia en la capacidad de amar, de manera que la intervención en los procesos fisiológicos naturales deben ser mínimos para disminuir las posibilidades de una consecuencia negativa sobre la conducta de amar o amarse a sí mismos.

El “Concepto del Continuum”


Jane Leidloff por su parte, propone que el buen desarrollo físico, mental y emocional de un bebé se logra a través del permanente contacto físico con sus cuidadores, la lactancia a demanda, la respuesta a sus necesidades y manifestaciones, el ser cargado constantemente mientras que la persona que lo lleva se encarga de sus oficios diarios hasta que el bebé empieza a desplazarse por su propio instinto, interactuando con el mundo exterior desde la seguridad que le brinda estar cerca de su cuidador, el responder inmediatamente a las señales y necesidades del bebé sin juicios de valor sin convertirlo en el centro constante de atención, y verlo como una persona bienvenida en la sociedad.

La capacidad de Resiliencia

En mi opinión, si tomamos los supuestos de Odent y vemos que el individuo se ha visto expuesto a través de la historia y en sus proceso evolutivos a intervenciones que obstaculizan sus procesos fisiológicos naturales en el período perinatal o durante el parto, lo cual incide negativamente tanto en su capacidad de amar como en su capacidad de amamantar; y no logramos frenar o atenuar estas intervenciones en su momento, surge una pregunta: ¿podremos luego sobreponernos a las interferencias y perturbaciones que atentaron contra nuestra naturaleza teniendo a disposición de nuestros bebés tanto el alimento como las caricias y el apego que necesitan?, ¿habrá alguna respuesta desde el punto de vista de la investigación científica que lo demuestre?

Mis conclusiones


Creo que es probable que satisfaciendo la necesidad de brazos en los vínculos con nuestros pequeños, podríamos superar las consecuencias negativas en nuestra capacidad de amar, a modo de resiliencia.

Y si, considero que tenemos en ese sentido la capacidad humana universal para sobreponernos, así como la capacidad como especie de tratar de cambiar las perspectivas sobre nuestra naturaleza y dar paso a procesos más naturales, no tan invasivos, así como podemos brindarle a los bebés un adecuado desarrollo físico, mental y emocional a través de nuestra cercanía para superar malas experiencias perinatales o durante nuestros partos. Si atendemos sus necesidades de contacto sin enjuiciarlo o encuadrarlo como pequeños malcriados, podremos sobrellevar muchas falencias, dando pie a una civilización con un alto potencial en la capacidad de amar.

Pero si por el contrario, sumamos formas de crianza que proponen un alejamiento de nuestros bebés, separándolos de nosotros, alejándolos de la lactancia natural, o introduciendo horarios en su alimentación a pecho, implementando rutinas de entrenamiento agresivas para que aprendan a dormir o ignorando sus necesidades de contacto; si los excluimos de las actividades de la vida cotidiana, si les otorgamos exagerada atención y no les damos el trato respetuoso de un miembro más de la familia, la consecuencia es que nos seguiremos alejando de la evolución natural de un bebé humano.

¿Nos quedará entonces alguna otra oportunidad para desarrollar la capacidad de resiliencia para poder contrarrestar los efectos negativos de dichas intervenciones en nuestra conducta? ¿además de la resiliencia existirá algún otro recurso? ¿qué será entonces de nuestra capacidad de amar? ¿qué será de la humanidad?

Comentarios

nachita ha dicho que…
Muy hermoso Valeria, que buena fotografía, en las escuelas de medicina debiera enseñarse la fisiología del amor antes de poner a cualquiera de la nada a atender un parto.
Nenes de leche ha dicho que…
Gracias Nachita! Así es, si supieran lo importante que es y los efectos, lo harían...

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